Siempre estuvo ahí. Desde que era muy pequeño recuerdo las visitas que le hacíamos, en la misma casita donde siempre la visité, siempre recibiéndonos con una sonrisa en el rostro y luego regresándose para adentro hasta que ya no nos viera. También siempre nos vino a visitar, dormía en mi cuarto o en el de Cris, hace no tanto recuerdo verla tocando el portón, con su bolso afuera, con un paquete de “galletas de Yaya” para Cris.
Cuando el tiempo pasó, ya no podía venir sola a vernos, entonces papi siempre la llamaba para decirle que la iba a traer, pero usted solamente le decía que no cuando era el 25 de cada mes y tenía que rezarle a La Virgen en su casa. Recuerdo tantas veces que estuvo enfermita, cada vez que nos llamaba sólo para decirle a papi que Saprissa iba ganando, lo contenta que se ponía porque la acompañáramos a tomar café, con pancito recién traído.
Pero hace poco menos de un año, vino a visitarnos, estaba un poco enferma y se quedó unos cuantos días más de lo usual. Mami decidió que iba a quedarse con nosotros. Sin darnos cuenta tenerla en casa se volvió parte de la rutina, y eso fue muy especial.
Luego en junio se nos enfermó, ese día yo pensé que ya se nos iba a ir, cuando la iba a ver al hospital la veía tan débil, tan frágil, pero a pesar de eso usted siempre estaba con una sonrisa, diciéndome que se sentía “un poquito mejor”, nunca decía que estuviera mal. El día que volvió a casa yo estaba muy contento, se recuperó, siempre fuerte y valiente. En diciembre se quebró su cadera y manita, pensé que iba a pasar mucho tiempo para que volviera a caminar, poco después de un mes ya andaba por toda la casa, nunca dejándose vencer, siempre mirando adelante.
Hace un mes Diosito decidió que ya era hora de que se fuera de este mundo, sé que usted estuvo preparada tantas veces para regresar donde Él, como nadie que haya conocido en toda mi vida ha estado preparado para ese momento.
Le doy gracias por siempre quererme tanto, a mí y a mis hermanos. Por siempre pensar en nosotros, por siempre preguntarme que como me iba en el colegio (aunque tuviera 4 años de estar en la U), por siempre bendecirme antes de irme para la calle, por siempre verme hasta el último día como su chiquito pequeño, por siempre defenderme, por siempre decirme que me veía muy guapo aunque estuviera trasnochado, por ser la única que nunca tuvo miedo de que yo la llevara manejando, por siempre darle todo a los demás aunque no lo merecieran, por tenerme la confianza para que la cuidara, por darme aliento en el momento en que se fue Quique, por amar tanto a papi y mami, por todas las veces que me persiguió para majarme los pies, por siempre poner una sonrisa en el rostro de José María, por enseñarnos a ser más pacientes y tolerantes, por llenar de tanta luz nuestras vidas.
Le agradezco también a Dios, porque se comió todo lo que quiso, porque tuvo a Roxa, Ana y mami que la cuidaron como las hijas que nunca tuvo, por papi que siempre la protegió hasta el último día, por mis primas Asly, Celia, Eu y Sofi que la chinearon tanto, por todas las personas maravillosas que la cuidaron de corazón, por todos los maravillosos momentos que nos dio juntos, porque tuvimos el privilegio de poder cuidarla, por lo feliz que se veía mientras estuvo con nosotros, por dejarme conocerla y tenerla cerca durante toda mi vida, porque tuvo un funeral precioso, con los detalles más lindos, cómo usted se lo merecía.
También que cuando se fue, no tuviera que besar su ataúd porque le di muchos besos cuando estuvo entre nosotros, por los muchos abrazos que le pude dar, porque cuando la enterramos pude tener una sonrisa en mi rostro por la gran satisfacción que sentía, por tantas veces que le pude hacer lo que le gustaba comerse, por todas las veces que la llevé al cien, por todas las veces que la molestaba y usted me seguía la corriente y me respondía con una sonrisa, por ser siempre mi compañía cuando estaba en la casa, por enseñarme a ser feliz con las pequeñas cosas de la vida, por siempre enseñarnos a amar y respetar a Dios, pero sobre todo por ser parte de mi familia.
Espero que sepa que todo el tiempo que estuvo acá, fue porque así lo quisimos y no porque nos sintiéramos obligados a ello, que sepa cuanto la quiero, cuanto la extraño y que nunca me voy a olvidar de usted, pero ante todo espero que usted haya podido sentir esa misma dicha y felicidad que nosotros sentimos en todo este tiempo que estuvo con nosotros. Gracias por amarnos tanto y espero haberle podido devolver aunque sea una parte de tanto cariño que usted nos dio, siempre va a estar en mi corazón. La amo mi Yayita.